Me he acordado de la última vez que no me enamoré,
y se me ha roto el hígado.
Me he hecho un atillo con las medias sonrisas,
y me he encerrado en la maleta sin ruedas en la que arrastro la agorafobia.
Con sobrepaso del tiempo
he dedicado la mañana (y parte del futuro),
a esquivar aeropuertos y otros destinos escritos.
He abierto el cuaderno para viviseccionar imágenes,
y una nota de la autora
me advierte que ya debería haber pasado página.
Pero no puedo evitarlo. Lo llevo en la sangre.
Te hierro, porque soy humana.
Y he forjado cada palabra sobre el yunque de tu pecho.
Soy mi jaula.
Soy mi trampa.
Me abro de piedras en todos los caminos contra los que tropiezo
y acabo en el río, perdida.
Mojada,
bajo el tormento de tus manos fantasmas.
Ester Sinatxe.